Ni las cenizas.

Me gusta regresar a casa cuando de la fiesta no quedan ni las cenizas y en las calles reina de nuevo el sonido de las cosas cotidianas.

Aunque allí se me suelen hacer cortos los días, la función descanso esta vez no ha sido del todo activada. Había un montón de tareas que hacer y -poco a poco y entre todos- las hemos ido haciendo con buen ánimo. Han cambiado muchas cosas desde mi última visita que esta vez se había dilatado demasiado en el tiempo, pero lo más importante continúa como siempre. Esa sensación de vida auténtica, un tanto sumida en el caos que produce la ausencia de horarios que nos comprime cuando hemos de ajustarnos al reloj, pero que tanto alivia en las ocasiones en que se prescinde de él porque ni falta que hace consultarlo.

Un año más, pues, nos hemos librado del estrés y volvemos con la sensación de haber disfrutado de una paz que se podría decir de otro tiempo.

Esta entrada fue publicada en propio. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Ni las cenizas.

  1. pau dijo:

    Te pareces a mi gata, que cuando suenan petardos se disipa. Y nunca mejor palabra, porque de estar, está, pero ni por asomo se la ve.

  2. Vivir sin horas. En el pueblo, lejos del mundanal ruido. Con tiempo por delante. Siesta, sí. Y lectura en la cama, para levantarse para dar una vuelta y encontrar a la gente en las terrazas. Basta una sonrisa, no hay que hablar apenas. Nos conocemos y hay confianza. Vivir en ese estado natural del hombre: la humanidad.

Deja un comentario